NARRACIÓN: LOS JUGUETES DE CARLOS
Había una vez un niño muy egoísta. Se llamaba Carlos y vivía en una pequeña aldea.
Su madre a menudo le decía que no podía ser tan egoísta, y que alguna vez eso le traería problemas, pero él nunca hacía caso.
Cierto día, Carlos estaba jugando en la calle con sus juguetes. Tenía muchos, pues sus tíos le habían hecho muchos regalos por su cumpleaños, y él a todos les había pedido que fueran juguetes.
Al cabo de un rato, se acercaron cuatro amigos de su calle, con los que a menudo compartía juegos en el patio del colegio.
Pedro, el más alto, preguntó:
- Carlos, ¿podemos jugar contigo?
- No, estos juguetes son míos y no me apetece compartirlos - contestó el niño.
- Pero nosotros siempre te dejamos nuestros juguetes... - replicó otro de los chiquillos.
- Pues lo siento, estos son mis juguetes, y no quiero que los rompáis.
Los cuatro amigos se marcharon contrariados.
Cuando había pasado un rato, Carlos comenzó a aburrirse, estaba cansado de jugar solo. Empezaba a echar de menos a sus amigos.
El niño se dio cuenta que había sido muy egoísta, que debía ser más generoso y compartir sus cosas.
Recogió sus juguetes y se marchó decidido a pedir disculpas a sus amigos.
Los encontró en la plaza de la aldea. Les pidió perdón y prometió que no volvería a ser tan egoísta.
Sus amigos le perdonaron. Se fueron todos juntos a casa de Carlos y jugaron un buen rato con su juguetes. Lo pasaron muy bien, y su mamá les hizo unos deliciosos bocadillos para merendar.
Y colorín, colorado, este egoísta cuento se ha terminado.
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